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martes, 12 de junio de 2012

Años dorados y la Invasión

Los otros sesenta: El teórico del martes 29 de mayo estuvo dedicado a la reconstrucción de un tramo de la historia de la historieta argentina. Se trabajaron dos  “momentos bisagra” en la industria de la historieta las décadas del cuarenta y cincuenta (los años dorados del medio, el oficio, las academias de dibujo, la Panamericana, el sistema de trabajo, la profesionalización) y la década del sesenta (el declive del mercado, los procesos de modernización, la Bienal en el Di Tella, los cruces entre experimentación y política). 
Años Dorados: mercado y oficio: La historieta argentina en el marco de una industria cultural amplia durante los años de apogeo del medio. El vínculo entre cultura de masas, técnica y sociedad. Las expectativas de movilidad de los profesionales: cadenas de relevos, relaciones entre maestros y aprendices, academias de artes y oficios, la revista Dibujantes, la Panamericana de Arte, los manuales de dibujo, la lógica del sacrificio y la constancia.Editorial Frontera. La nueva historieta. La concepción de un público adulto. La aventura en Buenos Aires. Frontera como faro de avanzada. 
El Eternauta, 1957
La otra Invasión: modernización, vanguardia y política: La Bienal en el Instituto Di Tella (octubre de 1968). El rol dPrimera Plana. Excepciones en el campo. Modernización. Internacionalismo. La “otra invasión”. El Eternauta en la revista Gente. El Che dibujado. Cultura de masas y política. Por otra parte, durante la clase situamos  el capítulo sobre la Bienal en el Di Tella en el marco de un debate característico de la década del sesenta: la relación entre intelectuales, mercado y política. Nos detuvimos en la figura de Oscar Masotta, en la publicación de LD y en un libro pionero: La historieta en el mundo moderno (Masotta, Editorial Paidós, 1970)




Como vimos, a partir de la mitad de la década del cincuenta (durante los años del posperonismo) van a surgir una serie de editoriales nuevas entre las que se destacan varias dedicadas a la publicación de historietas. Pero mientras otros editoriales atraviesan lo que se llamó el boom de la literatura latinoamericana (1962 y 1968) la industria de la historieta nacional atraviesa la crisis más importante de su historia. (Ver: capítulo “Años Dorados”) 


No obstante, leer el declive de ventas como una crisis irreversible del mercado editorial no nos permite atender las  múltiples variables de la etapa. El fenómeno es más complejo. Algunos datos que nos permiten comprender el inicio de una curva descendente son: la caída salarial que sufren los sectores medios y populares, la  fuerte competencia a partir de la importación y distribución de títulos extranjeros, las táctica insuficientes de los editores locales para sobrellevar la caída en el consumo, la opción de los historietistas argentinos por un trabajo mejor remunerado en el exterior. Asimismo, la expansión de la televisión fue un factor importante que participó en el descenso del mercado de "ediciones del continuará". 


Otra variable importante que da cuenta del descenso en las tiradas y cierre de revistas populares y masivas de historietas es la llegada del libro al quiosco. Precisamente, la historieta no es ajena a la transformación en los modos de producción, circulación y consumo de la etapa. En 1966, Ediciones de la Flor publica el primer libro de Mafalda reuniendo las tiras gráficas en orden de publicación.También Jorge Álvarez y casi al mismo tiempo, compila tiras del exitoso personaje de Quino. Por su parte, los nuevos semanarios (Primera Plana, Análisis, Confirmado, Panorama) acogen en sus páginas tiras gráficas e historietas.
Estas revistas junto a los suplementos culturales de los diarios van a consolidar la creación de un nuevo público de lectores. En este marco, el papel que juega Primera Plana en la promoción de la historieta nacional es clave.

Jorge Álvarez publica a Quino en 1966
Ustedes tienen el texto de Maite Alvarado y Renata Rocco- Cuzzi sobre Primera Plana y el nuevo discurso periodístico de la década del sesenta. Para complementar esta mirada trabajamos en clase algunos ejes del texto de Daniel Mazzei: “Periodismo y política en los años ’60: Primera Plana y el golpe militar de 1966” en: Entrepasados. Revista de Historia, Año IV-Número 7, Fines de 1994, pp. 27-42. 


Mafalda en Primera Plana, septiembre de 1964
En los años ’60 este semanario de actualidad, modelado a semejanza de revistas como Time, Newsweek o L’Express y con una tirada regular de entre 60.000 y 80.000 ejemplares, marcó el periodismo cultural de la época. Textos como el de Mazzei reponen  el modo en el que la prensa se inserta e incide en coyunturas políticas particulares, y aún como Primera Plana fue un canal facilitador de procesos golpistas. El texto de Alvarado y Rocco Cuzzi pone el eje no tanto  en la dimensión política (aunque no la soslaya) sino en los años ‘60 como momento de renovación cultural y en el semanario como “modelo de un nuevo periodismo”. En este sentido, pensamos la segunda mitad de la década en esta tensión.

En la historieta, podemos leer ambos movimientos. Modernización que capta Primera Plana a través de notas a Oscar Masotta, a Copi, especiales sobre Quino, sobre Alberto Breccia o sobre la Bienal Internacional del 68. Es decir, el semanario está interesado por la zona "más moderna" de la historieta nacional. Desde sus páginas se anuncia el evento en el Di Tella y el lugar que ocupa la historieta en tanto “pariente pobre del arte y los medios masivos de comunicación” (Primera Plana, 15 de octubre de 1968)

LD Número 1, 1969
 Justamente, el final del período más brillan­te de la industria de la historieta en la Argentina coincide, paradó­jicamente, con su “descubrimiento” por parte del campo intelectual y artístico. Irrumpió la década del sesenta y con ella el arte pop y las obras de Roy Lichtenstein que resemantizaron la iconografía historietística. Las viñetas ampliadas se colgaron en la pared ensanchando los límites del campo. El tráfico de influencias se hizo: los profesionales utilizan técnicas de la vanguardia plástica y el arte pop se nutría de la cultura de masas. Al final, dibujantes, pintores, críticos y artistas compartían la misma cantera cultural.


Los pollos no tienen silla, 1968


Por otro lado el mercado tensiona hacia la política, con producciones y desvíos como “El Eternauta” en Gente o “La vida del Che”. Como vimos y de manera paradigmática esa tensión entre política, experimentación  y cultura de masas puede leerse en algunas de las historietas de Héctor Oesterheld y Alberto Breccia de finales de los sesenta. Sobre estos casos trata el capítulo “La invasión”. O la “otra invasión”: una  ruptura/separación del argumento central del clásico Eternauta (1957). En el 69, Oesterheld desde las páginas de la revista Gente, nos contará otra historia....


El Eternauta en Gente. 




1 comentarios:

laura dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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