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martes, 18 de septiembre de 2012

Teórico Nº 3. (primera parte)

Ana Lía Rey
28/08
Nuevos lectores populares. 
Los casos de Caras y Caretas y las publicaciones de los años veinte. 

Textos obligatorios
.- Saítta, Sylvia, “La arena del periodismo” en: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920, Buenos Aires, Sudamericana, 1996, pp. 27-54.

.- Sarlo, Beatriz, “Los lectores: una vez más ese enigma” y “Las revistas y sus escritores” en: El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Catálogos, 1985, pp. 19-75.

.- Szir, Sandra, “Entre el arte y la cultura masiva. Las ilustraciones de la ficción literaria en Caras y Caretas (1898-1908)”, en: Malosetti Costa, Laura y Gené, Marcela, Impresiones porteñas. Imagen y palabra en la historia cultural de Buenos Aires. Buenos Aires, Edhasa, 2009, pp. 109-139.

Textos complementarios
.- Rivera, Jorge, “La forja del escritor profesional (1900-1930)”, “Los escritores y los nuevos medios masivos”, en: El escritor y la industria cultural, Buenos Aires, Atuel, 1998, pp. 33-93.

Fritzsche, Peter, “Lectores metropolitanos” y “La ciudad como espectáculo” en: Berlín 1900. Prensa, lectores y vida moderna, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2008, pp. 63-95 y 135-174. (Bibliografía de prácticos)

INTRODUCCIÓN
En la clase anterior abordamos, en el marco del estudio de la densidad cultural del centenario, la conformación de un campo intelectual con autonomía relativa y en ese marco la profesionalización del escritor y la importancia que tuvo el periodismo en ese proceso.
El marco del proceso de modernización de la argentina  -cuyos factores vimos la semana pasada - permitió la conformación de un campo de lectura a finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte, en la que incidieron, por un lado, la política educativa inclusiva del Estado (a partir de la ley 1420) y la gran masa de trabajadores que ingresaron al país; por otro, la incorporación de jóvenes intelectuales que encontraron en el periodismo un espacio en disponibilidad para ejercer una profesión.
En ese marco la revista Caras y Caretas, publicada en Buenos Aires en 1898, aprovechó esa conformación de un campo de lectura para convertirse en un modelo, en un soporte material donde la articulación entre alta cultura y cultura popular conformaron un medio de comunicación masivo con ribetes innovadores y modernos. Como afirma Eduardo Romano, el cruce de las imágenes con palabras, generó una revista ilustrada que provocó una revolución en la forma de leer anterior y ayudó a crear una comunidad de lectores donde participaron aquellos que tenían “acreditada competencias y los pocos duchos en tal práctica”. 

Caras y Caretas interesó por la lectura a una importante variedad de lectores con una estrategia que unió la capacidad de comunicación de las revistas ilustradas con la tradición de las revistas satíricas que por entonces estaban muy extendidas en el campo de la política. Su estilo permanecerá como modelo en los años 20 y se prolongará tanto en otras revistas populares como también en los diarios masivos, cuyo ejemplo es Crítica que aparece en 1913 y que una de sus principales diferencias con la prensa de la época es que estaba dirigido por un periodista Natalio Botana y además que su edición es vespertina ampliando la oferta de diarios de la tarde y profundizando la fragmentación de lectores que en esa franja horaria consumían el diario por diferentes motivos que los matutinos. Por ejemplo las carreras de caballos (el turf) fueron uno de motivos o el tratamiento de temas periodísticos de alto impacto como los policiales.

El éxito de ambas publicaciones es posible gracias al surgimiento de nuevos lectores populares en la ciudad de Buenos Aires que comienza como a fines del siglo XIX y se consolida durante los años 20, acompañando la transformación de la ciudad y su expansión hacia los márgenes con la aparición de barrios que desplazaron a los inmigrantes y la sociabilidad que estos posibilitaban.

Caras y Caretas y el boom de las revistas ilustradas 
La historiografía incluye varios trabajos sobre la revista Caras y Caretas, desde los pioneros trabajos de Jorge Rivera[1], pasando por la extensa investigación de Eduardo Romano [2] y el libro de Geraldine Rogers [3] hay otros abordajes novedosos sobre los avances técnicos en la revista y la incorporación de imágenes en un diálogo productivo con el texto como el de Sandra Szir. Es interesante notar como entre las primeras incursiones de Rivera y los artículos de Romano a las investigaciones de largo aliento han pasado muchos años, un hiato que habla de la lentitud con se fueron incorporando trabajos sobre medios de comunicación e investigaciones sistemáticas sobre los mismos.

Caras y Caretas fue prácticamente pionera de una nueva técnica de impresión: el sistema tipográfico, el empleo de cromos y fotograbados que le permite como dice Sandra Szir vincular textos e imágenes sobre una hoja de papel permitiendo un diálogo entre literatura e imagen a través de la ilustración, humor y sátira a través del dibujo más lineal y realidad y social y política a través de la fotografía

•        Iniciadora de la fotografía en sentido periodístico.
Ver en Sandra Szir y el proceso de modernización de la industria tipográfica en especial en Caras y Caretas- Bibliografía obligatoria

¿Quiénes hicieron Caras y Caretas?
Fue creada por Eustaquio  Pellicer (poeta humorístico nacido en Burgos) que después de trabajar en publicaciones españolas y recala en Uruguay donde realiza una primera versión de la revista. Llega a Buenos Aires invitado por Bartolomé Mitre y Vedia, casi al mismo tiempo que había cerrado Don Quijote, un laboratorio de dibujantes donde también participaban dibujantes españoles como Manuel Mayol.

Sin embargo, si hay una figura asociada a Caras y Caretas es José Álvarez, más conocido como Fray Mocho, que fue su director y el alma de la revista, el que le imprimió su sensibilidad popular. En el itinerario de Fray Mocho el periodismo es central, fue un periodista que trabajo en los medios más importantes de la época y que tenían una marcada impronta popular. En 1879, cuando llega a Buenos Aires, comienza a  trabajar como periodista en El Nacional también realizó crónicas policiales en La Patria Argentina de la familia Gutiérrez, - el periódico donde se publicó el folletín de Eduardo Gutiérrez Juan Moreira.

Fue cronista parlamentario en La Nación y escribió folletines para  La Razón y Sud América, donde comenzó a ofrecer sus cuadros de costumbres bajo el seudónimo de Nemesio Machuca. Ingresó en la policía como Comisario de Pesquisas, en ese cargo conoció los bajos fondos y a la sociedad porteña en su conjunto, esa experiencia también la volcó en sus crónicas periodísticas, donde muestra un profundo conocimiento de lo popular.Fray Mocho no fue su único seudónimo, también usó Fabio Carrizo. Murió en Buenos Aires en 1903 a los 45 años dejó una huella muy grande en el periodismo costumbrista que caracterizó a Caras y Caretas y fue ejemplo para muchos jóvenes que pretendían dedicarse al periodismo. El éxito que le imprimió a Caras y Caretas aventuró a otros a emprender publicaciones similares como Tipos y Tipetes, PBT o el homenaje hecho revista Fray Mocho.  
  • La revista tuvo dos áreas importantes en el desarrollo y la profesionalización del periodismo de la época, los dibujantes y los fotógrafos. Los dibujantes ya habían desempeñado un rol muy importante en los periódicos políticos-satíricos como El Mosquito en tanto que los fotógrafos se constituyen en una especialidad nueva en el periodismo y que en Caras y Caretas alcanzan notoriedad por las posibilidades técnicas de la revista.
  • Los dibujantes: Manuel Mayol y José María Cao, dibujantes españoles radicados en Buenos Aires y de trayectoria en la prensa satírica local.  Los fotógrafos son sin duda indispensables en la construcción de una sociedad visual sin embargo solo aparecen dos nombres de fotógrafos mencionados en la revista: Salomón Vargas era el jefe de fotografía y Modesto San Juan el responsable de reporteros gráficos. La revista tenía políticas fotográficas para los lectores, por un lado vendían copias fotográficas de lo publicado e invitaba a colaborar a los fotógrafos aficionados abonando las fotos como si fueran trabajos periodísticos destinados a representar hechos curiosos o sucesos, producciones inéditas y firmadas.
Analizar según el texto de Szir la profesionalización de los ilustradores en la revista y ver cómo funcionaba el ingreso de nuevos dibujantes
Es justamente sobre las ilustraciones que se propone trabajar el texto de Szir, a la autora le interesa no tomar la prensa como material empírico para un tema dado sino analizar  sus formas, la relevancia de sus innovaciones, las zonas de confluencias de estilos periodísticos dialogando con imágenes de distinto tipo, es decir leer la prensa “textual, contextual y visualmente”

    


Sandra Szir profundiza sobre la relación existente entre los diferentes géneros textuales de la  revista acompañado de modalidades visuales: para la realidad política y social advierte una imagen asociada a la fotografía, para los textos humorísticos y publicitarios las imágenes  son más lineales y a los textos de ficción le correspondían ilustraciones.

¿Qué modificó la comunicación en Caras y caretas? ¿Por qué fue tan exitosa?
Son preguntas que tienen varias posibles respuestas pero vamos a incursionar por una, la que está más relacionada al uso de la fotografía en la revista y al dialogo que se establece con los textos, con la publicidad, con la realidad.
La vinculación entre textos e imágenes, entre textos literarios de autores nacionales ilustrados de manera contigua por ilustradores también nacionales. Esto indica que la revista se diferencia de los impresos que difundían literatura argentina, las mayorías de ellos sin ilustraciones y cuando las tenían aparecen como un acontecimiento visual, por ejemplo la edición de La Vuelta de Martin Fierro de la imprenta Pablo Coni salió con ilustraciones y lo hace saber)
Sin embargo, el público argentino estaba acostumbrado a ver imágenes en publicaciones periódicas ilustradas y en libros, recuerden que los libros no pagan derechos arancelarios por lo tanto entraban son impuestos provenientes de Europa (Francia, Alemania y España  y de EEUU)

Ver en texto de Sandra Szir la relación de los lectores con la prensa ilustrada de la época, con la experiencia lectora en los países de origen de los inmigrantes y analizar según el texto el denominado siglo de oro de la edición en Europa.
Caras y Caretas se convirtió en uno de los primeros medios en utilizar los procesos de reproducción tecnológica que permitió la circulación masiva de impresos que estaba relacionada a industrialización del proceso editorial. Así como en Europa a comienzos del siglo XIX en Argentina a fines del mismo siglo y comienzos del XX hubo una integración de la imagen a la cultura a través de la utilización del grabado con madera. En el caso de Caras y Caretas podemos decir que la técnica de fotograbado y fotomecánica produjeron las condiciones de posibilidad de reproducción. El fotograbado que se aplicó a la impresión de fotografías a gran escala represento una mecanización masiva de la información. Reproducía una fotografía de manera industrial y además podía compartir con la imagen cualquier tipo de texto.    



Talleres de impresión de Caras y Caretas, Agn.

La imagen en los textos nos permite pensar que ya no es solo el texto escrito el depositario de sentido, se ha sumado la imagen.
Analizar según Sandra Szir los distintos tipos de textos publicados en la revista y la relación con las ilustraciones que los acompañan.
La revista aparecía los sábados, el precio inicial era de 25 centavos y luego bajo a 20 hasta su cierre. La facilidad de compra de los sectores populares y medios por la accesibilidad del producto y la estrategia de bajar el precio para ampliar el mercado de consumos tipográficos.
La estrategia comercial se advierte también en la cantidad de publicidades con las que contaba la revista, comenzó con el 25% extendida a lo largo de las páginas de la revista de la publicación y llegó a tener un 50% de sus páginas ocupadas con publicada en 1920.  

 

 

Otro aspecto novedoso son las tapas a color que dialogaban tanto con la política como con distintas cuestiones sociales, pero también la diagramación de la revista contaba con dos portadas, la primera en color la segunda e blanco y negro y el tema de ambas era la actualidad. Ambas portadas estaban separadas por noticias internacionales, culturales y publicidad. Sin duda que la tapa a color era la que vendía en la revista, la que impactaba en el kiosco, la que causaba sorpresa cuando llegaba a otras provincias.




Podríamos decir muchas cosas tratando de ver y pensar un medio de alta masividad publicado hacia fines del siglo XIX y con gran impacto de imágenes. Pero es importante incluir a la revista Caras y Caretas en una tradición tipográfica, el género del Magazine norteamericano, un producto masivo que era consumido por las capas medias y los sectores populares. Caracterizado por la yuxtaposición de temas e imágenes, con proliferación de propaganda, atravesada por diferentes géneros literarios adaptados al formato periodístico, su rasgo central es la Miscelánea.
Como afirma Beatriz Sarlo este rasgo produce un modo de leer en una sentada, como una entrega de folletín, un poema o un cuento corto. Lectores de tramos breves son los consumidores por excelencia de este formato que exige impacto, familiaridad lingüística y temática.
Resoluciones claras de los nudos argumentales así como de las problemáticas ideológicas, psicológicas o morales que se pongan en escena. En síntesis no exige una decodificación intensa sino formulas sencillas para públicos recién iniciados por eso la relación entre tema e imagen puede comprenderse de una mirada.


[1] Rivera escribió en El escritor y la Industria Cultural (ver programa de la materia) y en algunos ensayos breves  realiza distintas aproximaciones a la revista.
[2] Romano es junto a Jorge Rivera un pionero en su interés por las revistas populares, hay varios artículos que así lo muestran sin embargo su investigación de más largo aliento es: Eduardo Romano, Revolución en la lectura, Buenos Aires, Catálogo, 2006
[3] Geraldine Rogers, Caras y Caretas. Cultura, política y espectáculo en los inicios del siglo XX argentino, Buenos Aires, Edulp, 2008

lunes, 17 de septiembre de 2012

Teórico N° 5 - Los inicios de la Radio


Mirta Varela
11/9

La radio es el medio más popular desde la década del treinta hasta mediados de la década del sesenta cuando la televisión comienza a disputarle su hegemonía. Pero además, por el momento histórico en que se inventa –y que coincide con un período de fuerte expansión de la industria cultural en el país, la historia de la radio permite pensar algunos problemas más generales sobre la introducción de los medios en Argentina.

La primera transmisión de radio en Buenos Aires fue el 27 de agosto de 1920. Este evento público tenía lugar luego de una larga serie de pruebas técnicas realizadas por el ingeniero Teodoro Bellocq y la actividad de un grupo de jóvenes amigos que eran todos estudiantes de medicina y que participaron de esa primera transmisión: Enrique Susini, Luis Romero Carranza, César José Guerrico y Miguel Mujica.
En las historias de la radio argentinas se dice que se trata de la primera transmisión radial del mundo. Más allá de que este hecho no es reconocido en ninguna otra historia de la radio internacional, me interesa señalar que el mito de que la radio sea “un invento argentino” tiene dos aspectos muy interesantes:
.- si no se trata de la primera transmisión del mundo, se trata al menos de una bastante temprana a nivel mundial, lo cual habla de la contemporaneidad tecnológica que la Argentina atravesaba durante ese período. Vimos la clase pasada que esta contemporaneidad ya estaba relativamente presente en la incorporación del cinematográfo en 1896. Sin embargo, en ese caso se explica por el momento particularmente rico del país y la ansiedad de la burguesía porteña por estar a la moda.
Pero la diferencia es que mientras el cinematógrafo se importa, la radio, se “inventa”.
Y esto tiene que ver con el segundo aspecto que quiero destacar:
.- la importancia de dos tipos sociales que van a ser claves para ese período: el inventor y el pionero.
El inventor, cuyo modelo a nivel mundial es el norteamericano Thomas Alva Edison hace furor durante esta etapa. Es el self made man que puede enriquecerse de la noche a la mañana con una idea genial. Sin educación sistemática (Edison no había ido a la escuela) no se puede ser científico pero se puede ser inventor.
La primera transmisión radial en 1920 constituyó un hito dentro de un período en que el inventor es un tipo social. Beatriz Sarlo (1992) ha estudiado la importancia de este fenómeno en el proceso de modernización en Argentina y el modo en que el inventor habilitaba una vía de ascenso social y de éxito a los sectores populares. La diferencia entre invención y actividad científica afecta esta diferenciación social entre inventores y científicos:

El inventor busca al mismo tiempo varias cosas que no están directamente vinculadas con la actividad científica: al contrario del investigador ignorado por su época, el inventor quiere reconocimiento, fama y riqueza. Estos son los deseos que acompañan a la invención tecnológica: tiene un nexo no sólo con el mundo práctico sino con el éxito económico y el ascenso social (1992: 90).

Vale la pena preguntarse, entonces, cuál es el origen social de estos inventores y qué características adopta este fenómeno localmente:

La tipología incorpora, muy centralmente en la Argentina, al aficionado de origen popular: no se trata de los asalariados de los laboratorios de invención a la manera norteamericana donde se levantaron verdaderas fábricas de innovaciones, sino de los amateurs de lo nuevo que compiten en condiciones tecnológicas que son extremadamente precarias y en un medio donde abundan los autodidactas. (ibidem).

La caracterización que realiza Sarlo no se ajusta a los médicos que se ocuparon de la primera transmisión radial en Buenos Aires. Uno de los más destacados entre ellos: Enrique Susini, por ejemplo, pertenecía a un mundo que se encontraba en las antípodas de la invención popular. Pertenecía a una familia de la alta sociedad porteña, hablaba varios idiomas, había vivido en Europa en el ambiente diplomático, estudiado en Viena, Berlín y París. Es evidente que la técnica ocupaba un lugar muy distinto en la vida de este personaje.
Vale la pena aclarar, entonces, que también existía una élite intelectual interesada por la invención que se congregó en el Círculo Argentino de Inventores. El Círculo, fundado el 28 de diciembre de 1922 por el coronel ingeniero Adrián Ruiz Moreno, agrupó a una élite de inventores con formación universitaria y diálogo fluido con las fuerzas políticas (sobre todo de extrema derecha), las corporaciones de la producción y el comercio, los clubes elegantes, el periodismo tradicional y algunos órganos de gobierno. Días antes de la ceremonia inaugural, Ruiz Moreno a quien Sarlo describe como “un personaje exaltado, egocéntrico y nacionalista”, publicó en La Nación una nota donde expuso algunas de las causas que estuvieron en el origen de la creación del Círculo. Allí señala que los capitalistas argentinos no son sensibles al progreso que impulsaría una asociación de mutuo provecho entre ellos y los inventores; el gobierno, desinteresado tanto como los capitalistas, ignora los esfuerzos de quienes ponen su inteligencia y su vida al servicio de la humanidad “que es la que realmente disfruta de sus beneficios”; por el otro, la ausencia de leyes que protejan a los inventores refuerza el desinterés de los ricos y la incuria oficial. La protesta de Ruiz Moreno se apoya en la necesidad de que se considere la invención como una actividad patriótica, en la medida en que abre un horizonte industrial para una nación que, a su juicio, no debe contentarse con ser una potencia agrícola, como lo prueban, además, las necesidades generadas en la primera guerra y su posguerra; y lo hace en el momento preciso en que, a su juicio, el aumento de la población obliga a abrir nuevos horizontes a los “que llegan a nuestras playas”. Si bien el Círculo se define como una sociedad de carácter técnico, los adjetivos que acompañan a éste son habitualmente “patriótica, cultural, científica y altruista”. Ruiz Moreno convoca a los capitalistas, que deben entender que invertir en un invento es moralmente mejor y económicamente más productivo que comprar un palacete y reclama ante las autoridades públicas en defensa de los inventos nacionales, lo cual significa tener una estrategia frente a la reválida en Argentina de patentes extranjeras (Sarlo, 1992: 104).
Esta defensa de los inventos nacionales era coherente con una ideología que refutaba el espiritualismo de la élite cultural novecentista (a la que hemos hecho referencia hace un par de clases) con otra ideología, el “americanismo”, más adecuada a lo que parecía deseable en el mundo plebeyo, pero también en el mundo de los organizadores capitalistas y en el de los fundadores de nuevos estados como la Rusia soviética.
En 1923 se produjo el record de registro de patentes en el país: se otorgaron 2.893 patentes y reválidas locales de inventos internacionales (idem: 99). Esto coincide con una oleada a nivel mundial que encabeza EEUU con más de 40.000  patentes concedidas en 1924; siguen Alemania y Francia con 18.000 e Italia con 6.468. Las patentes incluyen a empresas y a inventores independientes, pero la nacionalidad de los solicitantes da una idea del lugar ocupado por los inventores locales: 1.269 son argentinos. Luis de Lemoine desglosa por nacionalidad: 1269 argentinos; 582 norteamericanos; 297 ingleses; 195 alemanes; 133 franceses.
De esta forma, si para los sectores populares, la técnica significaba una vía de ascenso social, para la élite porteña era una vía de exaltación nacionalista. El mito que convierte a la transmisión radial de Susini en la primera del mundo y a la Argentina en el país que “inventó la radio” circula hasta la actualidad como parte de este discurso de nacionalismo cultural. Susini participó de este discurso en ésa y en varias oportunidades.
Enrique T. Susini es antes un pionero que un inventor. De hecho, Susini está asociado a los comienzos (el momento de emergencia) de tres medios:
La radio...
El cine: creó los estudios Lumiton y dirigió la primera película sonora, Los tres berretines, un film sumamente interesante para la historia de los medios argentinos.
La televisión: como primer director artístico de Canal 7 Radio Belgrano.


Sarlo señala algo importante respecto de la relación de las culturas populares con la técnica: ella dice que la técnica es lo que permite que los sectores populares también se modernicen: “los saberes del pobre eran también saberes modernos”. Esos saberes son del orden de lo manual (por oposición a lo intelectual) que resulta útil para la manipulación material de la técnica aunque se asocia a los saberes incorporados a través de la escuela: leen revistas y manuales técnicos, no es sólo saber hacer...
Este saber hacer manual otorga una cierta ventaja a los sectores populares en relación con la técnica porque: saben hacer algo que los letrados no saben y porque frente a los nuevos saberes, los intelectuales se muestran desconfiados y reacios. Los intelectuales tienen mucho que perder mientras que los pobres no tienen nada que perder... de hecho, esos saberes funcionan como una suerte de compensación cultural: “están por lo que falta”.
Sarlo encuentra en Arlt y Quiroga dos figuras que funcionan en parte como mediadores entre ese saber popular y el campo intelectual, por eso escriben para los medios de comunicación que median entre ambos campos. El interés de Arlt y de Quiroga por la técnica es el interés  del inventor popular y del nuevo público (por eso escriben sobre el cine y sobre la radio) que en su extrema modernidad los acerca (al menos en el caso de Arlt) a las vanguardias.
Ambos son escritores que se dirigen a un público (del que podrían formar parte por su origen social) que acaba de llegar al mundo de lo letrado. Sus herramientas provienen de otra cultura: por eso la imaginación técnica puede estar tan cercana al milagro.  Por eso hay un corte neto entre el saber técnico y el saber científico: mientras el saber científico hace posible la radio; el saber técnico permite manipular los aparatos caseros.  El modo de crear y manipular los aparatos de radio es el Bricolage: modo cultural del pobre: hacer lo que se puede con lo que se tiene (De Certeau). Moral del bricoleur: aprovechar el desecho, reciclado, arte del retoque que es la falta de planificación y de proyecto...
En la incorporación de la radio en Argentina se mezcla:
1) La Alta Burguesía porteña:
Ezequiel Paz, diario La Prensa, miembro del Radio Club Argentina y Revista Radio Cultura desde 1922 con 20.000 ejemplares semanales) con inmigrantes;  Ing. Teodoro Bellocq “un rico que estudia y se cultiva como pobre”, arma un laboratorio de radio telefonía en su quinta de San Isidro;  Ignacio Gómez, director de Radio Revista y quienes participaron de la primera transmisión: Luis Romero, César Guerrico, Miguel Mujica y Enrique Susini.
2) Oyentes que eran al mismo tiempo técnicos y potencialmente, también emisores: bipolaridad del circuito de emisión a diferencia del cine con el que se entabla una relación de consumo altamente mitologizante: el cine genera un público. De ahí la enorme importancia de los radioaficionados en la Argentina.


Susini fue el locutor de la primera transmisión del 27 de agosto de 1920 desde el teatro Coliseo, en la que se transmitió la Ópera Parsifal de Wagner.
Parsifal formaba parte de la programación del teatro Coliseo desde donde se realiza esta primera transmisión. Andrea Matallana (2006), al periodizar su historia social de la radiofonía, toma como fecha de inicio el 14 de septiembre de 1923, cuando se transmite la pelea entre Luis Angel Firpo, el Toro de las pampas y Jack Dempsey. Entiende que recién en ese momento se incia la historia social de la radio. A Matallana le interesa el inicio de la radio como medio masivo y no como pionerismo técnico. Creo que la periodización de Matallana es interesante y coherente con su planteo. Sin embargo, habría que tener cuidado en pensar –como se ha hecho- la transmisión radial de la Ópera de Wagner como difusión de la “Alta cultura”.
La relación de Susini con la música y el teatro fue central y permite entender algunas elecciones en su vida. Tocaba el piano, cantaba, fue autor de una importante cantidad de obras de teatro y participó directamente en la producción de los medios que creó: fue locutor de la primera transmisión radial, cantaba en diferentes idiomas en las transmisiones de Radio Argentina y fue el director de Los tres berretines, la primera película del estudio que él creó. En el caso de Canal 7, todo hace suponer (y así se desprende de las afirmaciones de su viuda sobre el tema)  que su alejamiento de la Dirección artística, se debió a la incompatibilidad con Yankelevich. La tensión entre una programación concebida como difusión de las Artes (Susini incorporó una importante dosis de ballet, conciertos y teatro) y como continuación de la radio comercial (Yankelevich había sido el dueño de Radio Belgrano en su período de mayor audiencia), se resolvería mediante el alejamiento de Susini del canal.  Sin embargo, sería erróneo leer este episodio como una oposición entre la Alta y la Baja cultura: se trataba, después de todo, de una tensión que se producía en el interior de medios populares como la radio o la televisión.
La comparación entre la primera transmisión radial y el primer filme de Lumiton, permite introducir otro matiz. La elección de Parsifal para la primera transmisión radial podría ser leída en el sentido en que el crítico Andreas Huyssen interpreta a Wagner. Él piensa que, en tanto culminación del modernismo, Wagner contiene dentro de sí elementos que luego formarían parte de prácticas culturales muy diferentes y que le permiten tener una suerte de circulación popular, ser un autor reconocido por el gran público que no oye ópera ni conoce otros autores de ese género. La fragmentación y el leit-motif son rasgos característicos de dos manifestaciones culturales en apariencia antagónicos: las vanguardias y la cultura de masas. De esta forma, la elección de Wagner puede ser interpretada desde la cultura de masas y no contra ella.
Los tres berretines, en cambio, estaba basado en un sainete de Malfatti y De Las Llanderas y presentaba un grupo familiar con abuelos y padres inmigrantes, hijos con deseos de ascenso social y los tres fanatismos del título: fútbol, tango y cine. Además, -como señala César Maranghello (2005: 70)- sostiene una tesis moderna: ya no es necesario estudiar para triunfar en la Buenos Aires de los años treinta. El film cuenta, además, con exteriores inimaginables en años posteriores y, en general, con una calidad técnica muy alta comparado con otros filmes del período (Maranghello, 2005: 70). Mahieu señala que “el filme se sostuvo por la interpretación de una nueva figura cómica, Luis Sandrini, y el uso de las nuevas instalaciones técnicas del estudio” (Mahieu, 1966:15).
Hay una escena del filme que representa la opción por la cultura popular. El personaje que representa Luis Sandrini compone la música de un tango y decide pagarle un café con leche a un bohemio para que le escriba la letra correspondiente. El poeta pretende entregarle un poema modernista pero ante el enojo del tanguero y la amenaza de perder el café con leche, escribe en lunfardo la letra de “Araca la cana”. La película ridiculiza la pretensión del “arte por el arte” y alaba, en cambio, la elección de la profesionalización en el ámbito cultural.
En cualquier caso, entre Wagner y Los tres berretines hay un desplazamiento y adaptación de géneros e íconos que en todos los casos han servido para la exaltación nacional. Sólo que pasar de la ópera al tango supone la búsqueda de un equivalente argentino a lo que había servido como ícono nacionalista en Alemania.


Géneros nuevos como el radioteatro incorporan elementos de exaltación nacional similares a lo que veíamos en el cine.  En los años 1930, el conjunto criollo “Chispazos de tradición”, dirigido por el español Andrés González Pulido ocupó el espacio de Radio Nacional (posteriormente Belgrano)con un conjunto de piezas radioteatrales ambientadas en un indefinido ámbito rural y vinculados con personajes y problemáticas supuestamente típicas de ese medio: “El rancho está de fiesta”; “El cantor misterioso”; “El nido de ‘El Carancho’” fueron algunos de los títulos entre los que se destacaban Domingo Sapelli, Lita Guzmán, Mario Amaya, Mirta Bottaro (Rivera, texto sobre Radio y realismo).
 Sin embargo, donde la radio produce una gran innovación es en la incorporación del tango como mayor exponente de la cultura popular urbana. También la presencia de algunos personajes como Armando Discépolo que van a ser claves para la construcción de esta cultura radial. 


Nos vamos a detener en este punto más adelante (en las clases dedicadas a los medios durante el primer peronismo) pero sólo quisiera mencionar por ahora que si bien la proliferación de aficionados (y el imaginario desplegado por la ‘invención’ de la radio es muy importante durante esta primera etapa), ya desde 1922 Radio Cultura pide permiso para pasar publicidad y la organización de un sistema de broadcasting será determinante para la conversión de la radio en un medio de comunicación hegemónico. Durante la década del ’20 crece el número de radios y a principios de los años ’30 se producen las primeras reglamentaciones: en 1933 el gobierno de Justo dicta el reglamento de Radiocomunicaciones. Veremos que durante los años 40 este tema va a cobrar una enorme relevancia con el rol de Perón desde la Secretaría de Trabajo durante el gobierno de Farrell y luego durante su primera presidencia.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Teórico N°2. Vida moderna y nuevos públicos en el Primer Centenario.

Ana Lía Rey
21/08/12

El Escritor Profesional y el campo periodístico

Algunas propuestas de lecturas para pensar el tema

Bibliografía obligatoria
Rivera, Jorge (1985). Capítulo 56. Historia de la literatura argentina. La forja del escritor profesional (1900-1930), Los escritores y los nuevos medios masivos (I). Buenos Aires: CEAL.
● Rivera, Jorge (1985). Capítulo 57. Historia de la literatura argentina. La forja del escritor profesional (1900-1930), Los escritores y los nuevos medios masivos (II).

● Saítta, Sylvia (1996): La arena del periodismo. En: Regueros de tinta. El diario Crítica en la década de 1920 (pp. 27-54). Buenos Aires: Sudamericana.

Bibliografía de consulta
·         Altamirano, Carlos y Sarlo, Beatriz, “La Argentina del Centenario: campo intelectual, vida literaria y temas ideológicos” en: Ensayos argentinos. De Sarmiento a la  vanguardia, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, Capítulo, 1983, pp. 69-105.
·         Bourdieu, Pierre (1997). La conquista de la autonomía. La fase crítica de la conquista del campo. En: Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario (pp. 78-174). Barcelona: Anagrama. (Programa de prácticos)

El teórico anterior se habló, entre otras cosas y al finalizar el mismo, sobre las historias culturales de la prensa y el peso que las historias concebidas bajo esta mirada historiográfica le adjudican a la modernización de la sociedad y a las disponibilidades técnicas.
Sin duda los temas que abordaremos en los dos teóricos siguientes están relacionados con ambas cuestiones y los textos seleccionados para trabajar estos temas provienen de tradiciones historiográficas diferentes pero aportan miradas y perspectivas que le dan densidad al campo de estudios de la historia de los medios.
Hoy vamos a trabajar: la profesionalización del escritor y la conformación de un campo periodístico durante el proceso de confirmación de la Argentina moderna.

Para ello vamos a centrarnos en dos textos obligatorios (Rivera y Saítta) y tomaremos como eje teórico el texto de P. Bourdieu obligatorio para el práctico. ¿Por qué el Centenario es un momento adecuado para pensar esos procesos?, ¿En qué pensamos cuando hablamos de la argentina moderna? ¿A qué se refiere esa modernidad?, ¿Qué significaba ser un escritor profesional en esa época?,  ¿Qué lugar ocupaba el periodismo en torno al Centenario? ¿Cuáles son las hipótesis de los autores en relación a estos temas? Son algunas de las preguntas que nos podemos hacer para pensar esta etapa.

Creemos que el Centenario es un momento histórico de balance para la elite dirigente, una posibilidad para tener una mirada retrospectiva sobre lo actuado desde la conformación del Estado moderno y básicamente desde su etapa más madura, (1880). La elite ponía los logros del régimen conservador en el centro del proceso de modernización económico y social. Desde el Estado se construyeron un sin número de representaciones sobre país,  sobre sus actores sociales y sobre las riquezas obtenidas gracias al modelo agroexportador.

Paralelamente a este optimismo estatal, la sociedad mostraba tensiones que eran  el reflejo de la complejización social que generó el proceso de  modernización, huelgas y manifestaciones de obreros; intervenciones críticas de intelectuales se sobreimprimían en la Ciudad de Buenos Aires que era el escenario casi privilegiado de ese proceso. En síntesis, esa transformación tan acelerada produce dos miradas y dos discursos,  uno celebratorio de lo hecho por la elite y otro crítico. Con respecto a las miradas críticas, es importante destacar que las mismas no son homogéneas. Un sector de ellas provienen de aquellos que miran a la inmigración como un problema para la nacionalización de la sociedad, la inmigración ha sido el elemento que contamino los valores tradicionales de la sociedad;  el otro proviene de la participación y pertenencia de los nuevos sectores sociales recién ingresados: comunidades de inmigrantes, sociedades de trabajadores, partidos de reciente formación (socialismo y radicalismo).
Para poder pensar la transformación cultural a la que nos vamos a referir propongo pensar el proceso de trasformación y modernización en imágenes

Fuerte entrada de inmigrantes que se instalan en Buenos Aires y en las áreas económicas activas para el mercado agro exportador
                           

Censo Argentino de 1914
  
Región
Argentinos
Extranjeros
Total
Capital Federal
797.969
777.845
1.575.814
Isla Martín García
584
199
783
Provincia de Buenos Aires
1.362.234
703.931
2.066.165
Provincia de Santa Fe
583.699
315.941
899.640
Provincia de Entre Ríos
352.872
72.501
425.373
Provincia de Corrientes
322.593
24.462
347.055
Provincia de Córdoba
585.052
150.420
735.472
Provincia de San Luis
106.304

9.962
116.266
Provincia de Santiago del Estero
252.182
9.496
261.678
Provincia de Tucumán
300.315
32.618
332.933
Provincia de Mendoza
189.181
88.354
277.535
Provincia de San Juan
102.830
16.422
119.252
Provincia de La Rioja
78.149
1.605
79.754
Provincia de Catamarca
98.110
2.281
190.391
Provincia de Salta
129.097
11.830
140.927
Provincia de Jujuy
59.554
17.077
76.631
Territorio del Chaco
36.416
9.858
46.274
Territorio de Chubut
12.481
10.584 
23.065
Territorio de Formosa
10.507
8.774
19.281
Territorio de La Pampa
64.406
36.932
101.338
Territorio de Los Andes
2.455
32
2.487
Territorio de Misiones
33.205
20.358
53.563
Territorio de Neuquén
15.547
13.319
28.866
Territorio de Río Negro
27.369
14.873
42.242
Territorio de Santa Cruz
3.247
6.701
9.948
Territorio de Tierra del Fuego
927
1.577
2.504
Totales
5.527.285
2.357.952
7.885.237
    

              
              Aspecto del Puerto de Buenos Aires, circa 1910, AGN

Hotel de Inmigrantes, Buenos Aires,  1912, AGN

Puerto de Buenos Aires, espera de inmigrantes, 
al fondo las construcciones de Buenos Aires,  circa 1900, AGN

-      Transformación material de la ciudad, construcción de infraestructura: puertos, edificios públicos, subtes, etc. y la expansión de la misma hacia la periferia con la creación de barrios donde se instalan los inmigrantes.


Construcción subte sobre Avda. de Mayo, 1912.  


Plaza Italia, Palermo


Movilidad social ascendente de muchos inmigrantes que dejan el conventillo y comienzan a vivir en el barrio.

          Conventillo de Buenos Aires, circa 1900, (Fotografía Olds)

  Reunión familiar en un patio de barrio, http://www.sentimientosmanuedu.com.ar


Ley de educación 1420 que incorpora a una gran cantidad de hijos de inmigrantes al sistema educativo gratuito y obligatorio

           



Transformación en el sistema político, se sanciona la  Ley Saenz Peña en 1912 que promueve el voto obligatorio, secreto y universal

Leyes que expulsan inmigrantes por considerarlos elementos nocivos para la sociedad (Ley de Residencia 1902) e intervenciones del Estado para mejorar ciertas condiciones de trabajo ( Codigos Nacional de trabajo)


La profesionalización del escritor

Jorge Rivera arriba a estos problemas culturales con  un trabajo temprano, inaugurando preguntas  que los intelectuales se hicieron posteriormente sobre los medios, los intelectuales, la industria cultural, etc.
Rivera ve como ese proceso modernizador del que dimos cuenta anteriormente unido a la idea de autonomía del escritor y a la imagen del trabajo artístico como actividad autárquica y valiosa en si misma tienden a afirmar el proceso de profesionalización del escritor. Construye un mapa donde da cuenta del proceso de profesionalización a partir del tipo de intelectual que se forja a principios de siglo; a la vinculación con el salario, las reivindicaciones profesionales, los proyectos de organización gremial, la inserción laboral dentro de la industria cultural,  agregaremos otras cuestiones como la aparición de un intelectual de nuevo tipo que si bien no tiene con la política una relación directa utiliza los resortes del estado para sus ensayos ideológicos, la forma de legitimar el trabajo de escritores y la sociabilidad como una manera de legitimación intelectual

(Confrontar en el texto las diferencias entre el modo de ser intelectual de Ángel Estrada y Horacio Quiroga)

Rivera muestra las dificultades que estos escritores tuvieron para desprenderse del patronazgo estatal  y del mecenazgo privado y nos dice que existieron momentos donde ciertas  formas arcaicas conviven con la modernización del trabajo autónomo del escritor donde la organización hacia adentro del campo hace que muchos intelectuales intenten unirse o agremiarse para defenderse, por ejemplo, de los empresarios teatrales que contrataban escritores hacedores de grandes éxitos sin compartir ninguna ganancia, de allí , la lucha de los dramaturgos de agremiarse en torno a la Sociedad de Autores Dramáticos en 1910.
Confrontar con las reivindicaciones profesionales estudiadas por Jorge Rivera

Hombres de letras, escritores, intelectuales y periodistas
Para muchos hombres de letras de la época, ser escritores o intelectuales comenzaba a mostrar un camino diferente a las décadas anteriores,  ya no se eran al mismo tiempo: políticos, militares, poetas, periodistas y hombres de la elite económica.

Cada vez más los sectores medios pugnaban por un lugar en el parnaso intelectual, cada vez más los intelectuales se permitían criticar al estado pero a su vez convertirse en hombres cuyas ideas eran utilizadas por el mismo estado, cada vez más el positivismo iba dando paso al modernismo, el arielismo se convertía en la ideología de los jóvenes del novecientos y los ensayos del nacionalismo cultural pretendían brindar una posible salida a los problemas de la sociedad. Cada vez más la incipiente industria cultural daba cabida a los jóvenes que querían convertirse en escritores.

El fin de siglo y el Centenario está alentado no por una ideología determinada sino  como afirma Carlos Real de Azua por un clima controversial atravesado por corrientes estéticas y climas espirituales. Uno de ellos es la publicación en 1900 del Ariel de José Enrique Rodo un libro que será emblemático para las futuras generaciones. Este libro se convierte en una guía para los jóvenes que impugnan el régimen del 80 pero no en clave modernizadora sino en clave moral, para ellos las generaciones anteriores, la de sus padres,  han hecho crecer a esta nación pero bajo las pautas de un profundo materialismo económico que dejo de lado la fuerza del espíritu y la armonía de la cultura. Rodo propone la aristocracia del espíritu sin renegar del liberalismo y llamando la atención sobre los peligros del COSMOPOLITISMO Y LA DEMOCRACIA.

Por otro lado, el clima del Centenario albergó a un importante movimiento nacionalista que produjo obras con distintas problemáticas pero que atendieron a los conflictos que se encontraban en el seno de la sociedad, según ellos  la inmigración y el cosmopolitismo impedían su nacionalización, babelizaban el idioma  e impedían el desarrollo de una “tradición  nacional”.
Dos ejemplos sirven para pensar esta intervención cultural realizada por intelectuales que a través de sus ensayos brindaron caminos alternativos a esos problemas
·        
     Manuel Gálvez (Paraná 1882- Buenos Aires 1968)



A través de su libro El Diario de Gabriel Quiroga propone buscar la esencia de la nacionalidad en el interior no contaminado, en las provincias menos tocadas por la inmigración  (ver cuadro Censo de 1914), en esos lugares donde se conservaban  las tradiciones “en estado puro” y es allí donde el estado debía poner su mirada nacionalizadora acompañado de la iglesia católica.


* Ricardo Rojas (1882-1957)

Rojas si bien es crítico al espíritu fenicio del régimen del 80 tiene un verdadero programa nacionalizador a partir de la educación e intenta llevarlo a la práctica desde el interior del sistema educativo.

Escribe en 1909, LA RESTAURACIÓN NACIONALISTA, como resultado de un viaje a España contratado por el Consejo Nacional de Educación, para estudiar la forma en que se impartían ciertos contenidos educativos. Rojas también vuelve su mirada a las tradiciones españolas y a la importancia de su lengua para sostener la nacionalidad y tiene como proyecto la función vital de la escuela pública y el uso de la historia como elemento movilizador de la sociedad y como herramienta de nacionalización. Rojas es un paradigma de accionar programático:
  • Funda la BIBLIOTECA ARGENTINA en 1915 (Ver Jorge Rivera)
  • Publica Historia de la literatura argentina, 8 tomos, obra que inscribe el canon de la literatura nacional.
  • Crea LA CATEDRA DE LITERATURA ARGENTINA en la Facultad de Filosofía y Letras
  • Llega a ser decano de esa facultad
Ambos escritores tienen en el estado un segundo empleo, se consideran intelectuales profesionales que pretenden brindar herramientas ideológicas para enmendar los problemas sociales.  
Finalmente como afirma Jorge Rivera el periodismo es el nuevo campo de inserción de los escritores (diarios políticos y de circulación masiva, folletines, obras teatrales, revistas populares y culturales). Las industrias culturales y sus más variadas posibilidades  les abren las puertas a estos escritores que según sus tradiciones intelectuales se identifican con una visión más elitista o con aquellos que logran adaptarse mejor al medio gracias a su pragmatismo y a una percepción del público real que los consume. (Ver Texto de Jorge Rivera)

En definitiva esto nos permite pensar en que hacia el Centenario, estamos cerca de que se consolide como modelo periodístico el norteamericano, basado en las reglas del mercado  dejando atrás el modelo francés que fue hegemónico durante la persistencia de un periodismo más faccioso. Los diarios matutinos (La Nación y La Prensa) irán incorporando más tecnología para satisfacer a un público amplio en tanto que las revistas populares atenderán un mercado diversificado.
Mientras que en La Nación contrataran a intelectuales destacados como José Martí o Rubén Darío para que escriban crónicas en sus páginas en La Prensa estará presente un formato más atento a un público más amplio con la incorporación de avisos clasificados y un servicio de atención médica y jurídica al lector. (Ver Sylvia Saítta).

Los escritores que participan en La Nación legitiman su pluma a través del periodismo, ya que es participando en las páginas del diario donde se hacen conocidos en tanto otros apuntan a una legitimización horizontal dada entre pares a través de las revistas de pequeño formato, la participación en publicaciones culturales  o partidarias y en cafés donde se reúne la bohemia local.
Por otra parte, la redacción de los diarios como así también de las revistas y los cafés más reconocidos de Buenos Aires (Aux Keller y Los Inmortales), son lugares de sociabilidad donde los escritores-periodistas construyen su identidad en tanto intelectuales.     

Café Los Inmortales, AGN

La semana próxima trabajaremos sobre dos modos de hacer periodismo en la primera década del XX, la revista popular Caras y Caretas y el diario vespertino Critica, ambos modelos de periodismo que satisfacen a un nuevo público lector.