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viernes, 17 de agosto de 2012

Primer teórico 2° cuatrimestre 2012


Normalmente en un primer teórico se espera que el profesor presente la materia: éstas son las principales hipótesis del programa o en términos más pedagógicos: cuáles son nuestros objetivos; queremos que uds al final del recorrido sepan, conozcan, puedan hacer tales y tales cosas.
Por un lado, esto es indispensable porque necesitamos establecer una suerte de contrato de trabajo para el curso pero, por otro lado, resulta algo vacío (en el sentido de formal, falto de contenido) porque uds todavía no leyeron nada de la materia, no saben de qué se trata y, por lo tanto, resulta muy difícil saber a qué nos estamos refiriendo exactamente. Es algo así como hacer teoría de la materia cuando falta la empiria correspondiente.
Por eso se me ocurrió encarar este comienzo de curso intentando poner en práctica lo que pretendemos de uds que es básicamente problematizar la historia de los medios en tanto entendemos que es un área no completamente consolidada de la historia y sobre la que pesan debates teóricos (¿qué son los medios? ; ¿desde qué disciplina, área o perspectiva encarar su estudio?; ¿está más relacionada con la historia social, la sociología de la cultura, la historia política, la historia de la técnica, o qué?) y también metodológicos (¿cómo estudiar la historia de los medios?) que en muchos sentidos podríamos pensar como problemas historiográficos.
De allí que lo primero que vamos a hacer es analizar un caso, trabajar con algunas fuentes a partir de las cuales podamos plantear algunos de esos problemas historiográficos. La historia presupone siempre un trabajo con fuentes que son mayormente documentos escritos y que en el caso de los medios implica que haya mucho más trabajo sobre periódicos y revistas que sobre fuentes fotográficas, radiales, cinematográficas o televisivas. De allí que me parece importante fomentar o, por lo menos, no descuidar, el trabajo sobre ese tipo de fuentes.
Me gustaría proponerles entonces un trabajo sobre una empiria que anuncia el cierre de nuestro programa y algo que va a ser objeto de análisis por parte de ustedes en un trabajo práctico: la relación entre los medios y la política y un momento peculiar que es el de la Guerra de Malvinas. Este año atravesamos el aniversario N° 30 de la guerra y se trata, sin duda, de un problema de nuestro presente. Creo que por eso mismo un tema en debate es si resulta posible escribir la historia de Malvinas aún, si no es demasiado pronto, si no es una herida abierta, etc., etc.

Para ello lo primero que vamos a hacer es ver un fragmento de imágenes del programa especial 24 horas por Malvinas que emitió ATC el día 8/9 de mayo de 1982.
Fue un programa conducido por Cacho Fontana y Pinky para recaudar dinero para un Fondo Patriótico Nacional al que debían aportar figuras del espectáculo, la cultura, la política tanto como “el pueblo en general”.  Nunca se supo exactamente cuánto se recaudó pero se habló de 1.500.000 de dólares sobre los que pesan todo tipo de denuncias de malversación.
Veamos un fragmento del programa que corresponde a la presentación y a agunas entrevistas de las primeras horas (en clase se pasó el inicio, un fragmento del Himno Nacional cantado por Susana Rinaldi y la intervención de Susana Giménez  que fue al programa con Ricardo Darín, su pareja entonces):


Me voy a detener muy sintéticamente en algunos elementos de lo que acabamos de ver:

1)    Títulos del programa: Pinky y Jorge Fontana pero también la participación de “Todo el país”. Sería difícil encontrar una fórmula más adecuada para la idea de que las celebridades eran las caras visibles de una multitud anónima que apoyaba la causa patriótica.
2) Escenografía: el piso del estudio donde se realizó el programa contenía tres espacios diferenciados: la tribuna del público, una pequeña tribuna llena de aparatos de teléfonos atendidos por voluntarios que recibían los llamados para las donaciones y el piso central por donde desfilaban actores, cantantes, deportistas y donde se hicieron presentes distintas personalidades, incluido el Canciller Nicanor Costa Méndez.
3)   Género: 24 hs: programa excepcional (Daniel Dayan y Elihu Katz, La historia en directo. La retransmisión televisiva de los acontecimientos permite pensar este tipo de programas que rompen con la grilla televisiva).
4)    Canal : ATC, ex Canal 7, hoy  TV Pública (¿continuidad/discontinuidad?) Un dato a tener en cuenta: la novedad técnica fundamental de ese período es la incorporación del color: El Mundial 78 se transmitió en blanco y negro en el país y en color para el exterior con lo que resultó la máxima distancia entre la información interna e internacional. Durante la guerra de Malvinas esta separación se vuelve crucial porque la fue, sin duda, el momento culminante de la interpelación nacionalista. Durante la misma, la televisión apeló a los argentinos, al tiempo que no cesaba de representarlos mediante símbolos y escenas modélicas.
5) La nación: la Tv (como la radio en tanto ambos comparten ciertas características del broadcasting) es un medio que materializa la conexión territorial en forma muy diferente a la prensa (esto va a ser un problema de nuestro recorrido en el programa). La transmisión desde el estudio era interrumpida por la transmisión de los móviles desde distintos puntos de la ciudad de Buenos Aires y hacia el final del programa, también desde Rosario. Frente a los estudios de ATC se congregó una multitud con banderas de las distintas colectividades que “han formado esta patria” según las palabras de Pinky. En el momento en que los elencos de los canales 9, 11 y 13 se congregaron en el estudio de ATC para cantar el himno, la cámara pasa de los actores, al público y al primer plano de un granadero. Resulta evidente que la Nación está compuesta por la sumatoria de todos estos individuos y colectividades nacionales que la Argentina ha recibido generosamente. Como cantan durante su intervención en el programa Claudia y Nito Mores junto a su padre Mariano Mores, autor de célebres tangos, sentado al piano: la “patria es un poncho que abriga como el sol de la mañana”. El programa producido por ATC recuperaba una escena de manual escolar: las damas mendocinas entregando sus joyas al general San Martín. La relación entre la sociedad y el ejército había encontrado una fórmula que incluía abnegación y desprendimiento, elegancia y familiaridad, femineidad y valores patrióticos. Pinky y Cacho Fontana sumaron “seriedad y emoción” a esta cruzada solidaria que tenía, también, antecedentes televisivos en algunos programas ómnibus de gran rating. El discurso militar no tuvo dificultad en presentar la idea de que el pueblo argentino se hallaba ante una guerra justa. Inglaterra era un país con una larga historia colonial mientras que la Argentina era un país pacífico,  amante de la “paz justa”, donde “no hay odio”, tal como señaló el Canciller Nicanor Costa Méndez durante esos días. Inglaterra, en cambio, adoptó dos figuras en el discurso televisivo: el león (imperial) y el pirata (ladrón). En uno de los spots que repite el slogan “Argentinos, a vencer” se puede ver un león que avanza por la selva a través de la mira de un arma:


El aviso que lleva la misma música que el programa de las 24hs por Malvinas se emitió en un contexto de espera producido luego de la invasión argentina a las islas y hasta la llegada de las primeras tropas inglesas al Atlántico sur. Esa espera era también la traducción de una distancia espacial que daba cuenta de la situación colonial de las islas: mientras el ejército argentino podía invadir las islas en una madrugada, las tropas inglesas necesitaban movilizarse desde el otro lado del mundo y no contaban con bases territoriales cercanas a las islas. 

Ahora bien, ¿cómo ubicar en la historia este fragmento que acabamos de ver? 

La primera reacción que tenemos al ver este programa –como la mayor parte de los programas, publicidades o películas realizadas durante esa etapa- es el rechazo frente a algo muy “otro”, muy ajeno en el tiempo y en la sensibilidad política. Como si fuera algo que no puede rozarnos porque pertenece a un pasado clausurado en cierta forma. Creo que es la interpretación que se impone desde la transición a la democracia donde Malvinas ocupa un lugar fundamental y que hasta hoy predomina en casi todos los textos sobre la cultura del período, de ahí la dificultad para abordar ese período desde nuestra materia. Y sin embargo....
Para discutir esa interpretación que me resulta demasiado cómoda a esta altura, me gustaría pasarles un fragmento de un programa de marzo de este año.
Es un fragmento de Animales sueltos, un programa que sale de lunes a viernes en AméricaTV (lunes a jueves 23.30; viernes 23hs), conducido por Alejandro Fantino y que en la página de América se anuncia de la sigte manera:



Un programa distendido, diferente y audaz que te va a mantener despierto todas las noches. En Animales sueltos la actualidad y las noticias del día se entrecruzan con los personajes e invitados más     insólitos. La animalada de ser argentinos que te va a mantener despierto todas las medianoches por las pantallas de América.

En clase vimos un fragmento de este programa emitido el jueves 15 de marzo y que había sido subido al siguiente link de youtube:
Actualmente, a pesar de que muchas otras emisiones de Animales sueltos siguen colgadas online, en ese link aparece la siguiente imagen:



En esa emisión de Animales sueltos se hablaba de Bailando por un sueño que se propuso –como nosotros- conmemorar los 30 años de Malvinas de una manera sensiblemente más creativa que la nuestra. A la productora Ideas del sur se le ocurrió armar una pareja entre un ex combatiente y una kelper, de la misma manera que el año pasado incluyó una “enana” y este año anuncia que va a incluir a alguien con “síndrome de down”. La analogía entre los ex combatientes, los enanos y las personas con síndrome de down resulta tan evidente que las modelos que participaron de la emisión de Animales sueltos pudieron descubrirla fácilmente.
El problema que nos plantea este fragmento (al margen del problema de que esto forme parte de la televisión actual...) es qué diferencia, qué distancia, qué clase de superación supone esto respecto de la Tv de la dictadura?
Toda la discusión de la ley de medios y el informe sobre Papel prensa (puede verse en el libro de Saborido y Borrelli que incluimos en el programa un capítulo sobre papel prensa) permitió plantear las continuidades existentes entre la dictadura y la actualidad desde el punto de vista económico y político. Sin embargo, eso no implica necesariamente revisar las enormes continuidades estético culturales entre un momento y otro.

Tomemos el caso de Pinky: fue una figura creada por la TV desde los años 50 (es probablemente la primera figura creada por este medio en la Argentina, que no venía ni de la radio ni del cine), es la primera cara visible de ATC cuando se realiza el pasaje al color y fue candidata a intentente de La Matanza por el Partido Radical en 1999, Secretaria de Promoción y Acción social del gobierno de De la Rúa y Diputada de la Nación por  Unión-PRO entre 2007 y 2011. De manera que la democracia no sólo no la condenó, sino que le permitió reconvertir su carrera de conductora televisiva en diputada nacional.
Muchas interpretaciones plantean que la frivolidad de los medios ocultaba la represión y las desapariciones. Hay una tapa de la revista Gente que analiza Cora Gamarnik (en el texto que incluímos en la bibliografía de la materia). Es la foto de una chica de trencitas en bikini, con un titular sobreimpreso en la foto que dice “La historia secreta de la guerrilla en Argentina. Hechos. Fechas. Armas. Hombres. Lugares.” La lectura de esa tapa tiende a plantear el modo en que la dictadura banaliza, oculta y desplaza a través de esa yuxtaposición.
Al ver el programa de Fantino de la semana pasada, no puede dejar de pensarse en el modo en que ese programa yuxtapuso igualmente la frivolidad de las modelos con el ex combatiente. La idea (del sur) de yuxtaponer una kelper y un ex combatiente va en el mismo sentido.
Por otra parte, en 24 horas por Malvinas se ponía en escena un sentido común de época acerca de la nación, el pueblo argentino, el coraje, el deber, etc. En Animales sueltos se pone en escena un sentido común de lo políticamente correcto:
.- no se puede juzgar desde afuera, sólo puede opinar por el tema la víctima (otro ex combatiente), algo que en principio conecta con los organismos de derechos humanos ligados a familiares pero que lleva a argumentos difíciles de sostener como que sólo Blumberg o Baby Etchecopar puedan opinar sobre la inseguridad.
.- no se puede discriminar a nadie por ser “enano”, tener síndrome de down o ser ex combatiente... Sin embargo, no deja de discriminárselo de mil maneras al ubicarlo en un programa donde, dejando de lado la falta de inteligencia, la burla es permanente.


En síntesis, me gustaría subrayar con el análisis de este caso algunas ideas que van a recorrer el programa. Por un lado, que no alcanza con decir que la historia no es objetiva o que se trata de un relato; es indispensable poder desarticular en detalle los problemas que llevan a que eso sea así. Tampoco basta con decir que la historia se escribe desde el presente (cosa que efectivamente creo que es así) sino que necesitamos interpretar nuestro presente para poder hacerlo, sobre todo en una época que se caracteriza por haber cambiado las percepciones respecto del pasado, la memoria y el futuro.


En este sentido, hemos planteado hasta aquí el problema de las continuidades y de 

.- Las periodizaciones: ¿qué fechas, hitos, acontecimientos podemos tomar para establecer los cortes entre un período y otro? ¿Los finales?

Quisiera agregar también entonces, otros problemas historiográficos:

.- Los inicios: ¿cuándo comienza a contarse la historia de los medios?


.- Las delimitaciones geopolíticas: ¿es posible escribir una historia nacional de los medios? Sobre todo, cuando los medios han tendido permanentemente hacia la expansión de las fronteras nacionales/desterritorialización/globalización (según la perspectiva desde la que se lo mire). Desde el telégrafo que es el primer medio de comunicación que van a abordar en los trabajos prácticos, hasta internet que es el medio de nuestro presente, esta premisa recorre nuestra historia contemporánea.

.- La relación entre teoría y empiria: la relación entre la teoría de los medios y la historia de los medios es una premisa fundamental de nuestro programa. Partimos de la base de que se trata de una relación de doble vía: la historia nos permite entender mejor los medios y la teoría nos permite interpretar históricamente.
La relación entre el programa de teóricos y prácticos sigue esta premisa pero en forma casi invertida: mientras el programa de prácticos es más general (tanto desde el punto de vista como desde la geopolítica que propone: es más internacional en todo sentido) y propone textos que cuentan con una superficie teórica más evidente, el programa de teóricos aborda la historia de los medios en la Argentina. En este sentido, el programa de teóricos está más cerca en todo sentido: más cerca de nuestra sociedad, de nuestras investigaciones y de nuestros problemas. Pero a partir del planteo de que para encararlos, nos hace falta ir y venir desde las cuestiones más generales y más lejanas geográfica y temporalmente, a las más específicas, cercanas y presentes. También partimos de la idea de que es más fácil reproducir la investigación que ya está hecha o las teorías estabilizadas y/o aceptadas o consensuadas que pensar aquello en lo que estamos sumergidos y que cuenta con menos tradición de investigación como es el caso de la historia de los medios en la Argentina.


Aun a riesgo de caer en esquematismos y simplificaciones creo que las historias de los medios escritas hasta el presente, apelan a algunos lugares comunes para sus comienzos que vale la pena desmenuzar antes de avanzar en el relato de cómo sigue esa Historia. 



En este punto, además, la pregunta que se se nos impone es cómo comenzar hoy una historia de los medios en la Argentina: ¿cuál es el inicio más apropiado?

El Telégrafo Mercantil. Rural, polémico, historiográfico, fundado en 1801 por Francisco Cabello a instancias de Manuel Belgrano que era Secretario de Comercio en el Consulado y del Virrey Avilés fue el primer periódico fundando en el Virreynato del Río de la Plata.
Comenzar una historia de los medios en la Argentina refiriendo a este hito fundacional no exigiría justificación alguna porque de hecho, las historias de la prensa existentes refieren sin excepción a este hecho. 
Sin embargo, nuestra pregunta es: ¿qué presupone este inicio y qué tipo de continuidad imaginamos entre ese periódico de la época de la Colonia, los periódicos actuales, el cine, la radio o internet?
Supone concebir la historia de los medios como una historia que tiene su inicio en la prensa política ilustrada . La Revolución francesa suele situarse en el origen y la expansión de la prensa europea. La circulación de escritos políticos y la formación de una esfera de debate público de ideas es la condición para la aparición de un periodismo que ejercería presión, control o brindaría algún tipo de garantía de transparencia sobre el poder del Estado. Esta concepción –que también estaría en el origen de la prensa inglesa y norteamericana- convierte al periodismo en un órgano indispensable de la República donde su función principal sería el equilibrio frente al poder político. ¿Cómo concebir el origen de la prensa en América Latina a partir de estos supuestos cuando los primeros periódicos fueron escritos por funcionarios del gobierno? A lo largo del siglo XVIII, aunque no de manera uniforme, algunas ciudades virreinales incorporaron imprentas y desarrollaron gacetas y diarios: La Gaceta de México y Noticias de Nueva España (1722); La Gaceta de Guatemala (1729); La Gaceta de Lima (1743); La Gaceta de la Habana (1764); Papel Periódico de Bogotá (1791); Primicias de Cultura en Quito (1792)entre muchos otros. En el Virreynato del Río de la Plata, el primer periódico fue el Telégrafo Mercantil. Rural, polémico, historiográfico, fundado en 1801 por Francisco Cabello a instancias de Manuel Belgrano que era Secretario de Comercio en el Consulado y del Virrey Avilés. A través de la instalación de imprentas, librerías, bibliotecas, academias y salones se crean las condiciones materiales para la producción y circulación de periódicos y gacetas durante el período de la Independencia. Se trata de una suerte de fundación material de la Ilustración en las sociedades latinoamericanas que, sin embargo, coexiste en el tiempo con el florecimiento del Romanticismo europeo. En ese contexto, hay pocos periódicos independientes de un poder político que, además, tampoco podría pensarse –al menos hasta mucho más tarde- como un poder de Estado. Por otra parte, el público lector era extremadamente reducido para llegar a conformar una esfera pública. En cualquier caso, si puede imaginarse un público durante esa etapa no fue el resultado de la expansión de lectores durante la Ilustración.
Por otra parte, como es bien sabido, la consolidación tardía y dificultosa de los Estados Nacionales en América Latina (y en varios países europeos) explica que el debate sobre la Nación se convierta en un objetivo central para la emergencia de muchos periódicos en el período que sigue a las guerras de la Independencia. Esto explica que muchos periódicos adoptaran como nombre La Nación El Nacional en esta parte del mundo, pero se trata de un proceso que poco tiene que ver con la relación entre Estado y esfera pública.
Entre los periódicos nacidos durante el siglo XIX en la Argentina que continuarán siendo órganos importantes a durante el siglo XX se destacan La Prensa, fundado en 1869 por José C. Paz y La Nación, fundado en 1970 por Bartolomé Mitre.  La historia del diario La Nación permite focalizar en la compleja relación entre periodismo y Estado durante varias décadas. Entre 1862 y 1869 José María Gutiérrez editó La Nación Argentina, fundado para defender la obra de gobierno de Bartolomé Mitre (Presidente entre 1862 y 1868). Si este gobierno forma parte del proceso de conformación de un Estado Moderno en la Argentina, difícilmente podría funcionar el diario según los modelos republicanos “clásicos”. Pero una vez que Mitre retorna al llano, el diario no podía sino cambiar. Se produce una transformación importante del estilo del diario y de su lenguaje político. Ricardo Sidicaro (1993) señala que la compleja operación de asumir la representación de la sociedad sin dejar de defender intereses sectoriales, no sería tarea fácil. La Nación Argentina había canalizado ideas desde el gobierno; La Nación, en cambio, pretendería hacerlo con las inquietudes y demandas de la sociedad. Recién en ese momento puede pensarse en un rol periodístico de acuerdo al modelo de separación entre periodismo y Estado. Pero en ambos casos, había un objetivo común: construir la opinión pública, actuar como mediador entre la sociedad y el Estado, en un espacio público marcado por los estilos de los diarios partidistas. Así, más allá de la vinculación directa con una facción política, el nuevo medio de prensa nacía en el seno de una situación condicionante cuyas trazas conservaría durante varias décadas.
De esta manera, el diario era una necesidad de sus fundadores y sólo a posteriori pudo encontrar su “público”. En este sentido, Sidicaro se pregunta si era posible construir la opinión pública con una tirada de mil ejemplares. El diario La Nación, y aún más La Prensa tendieron a crecer en la cantidad de ejemplares vendidos, sin embargo, el carácter político y escasamente comercial que Mitre otorgaba a su diario quedó registrado en una anécdota narrada por varios de sus biógrafos. Cuando el administrador de la empresa, Enrique de Vedia, le comunicó que los suscriptores se borraban en forma alarmante, Mitre le contestó: “Cuando haya renunciado el último imprima dos: uno para usted y otro para mi” (op.cit.: 17). El desinterés comercial es explícito pero se vuelve aún más evidente si pensamos que el capital invertido para crear el diario fue de 800.000 pesos, el equivalente a 2.500 hectáreas de la pampa, algo ínfimo para los grandes propietarios de tierras. Claramente el funcionamiento del diario no se basaba en la suscripción o en la publicidad y su rédito no podía medirse en ese plano. Al mismo tiempo, no deja de asombrar el desinterés por el público en un diario que pretendía “construir opinión pública”.
En el cambio de siglos (XIX y XX) se producen una serie de transformaciones culturales que inciden directamente en el devenir de la Historia de los medios en la Argentina. Esas transformaciones han sido interpretadas de diferentes maneras según en qué cronología y en qué marco teórico e ideológico se inserten. Sin embargo, en todos los casos, persiste la idea de que en la vuelta del siglo un periódico deja de ser el producto de una idea que representa a una clase y que debe ser expresada, sino que pasa a ser también la respuesta a una transformación social y cultural de una población crecientemente alfabetizada. Esta transformación coincidiría, además, con un pasaje desde el modelo “francés” al “norteamericano”, lo cual suele ser explicado como un pasaje del periodismo de ideas, doctrinario y faccioso, a un periodismo comercial, basado en la publicidad e interesado en captar la mayor cantidad de lectores. Ese pasaje supone también un cambio de escala considerable del público lector.


Un segundo modo de concebir las historias de los medios: las historias culturales de la prensa (Raymond Williams). En estos casos, suele tomarse como acotecimiento inaugural la emergencia de la prensa comercial donde ocupan un lugar fundamental los primeros folletines -hacia 1840- concebidos como un nuevo género de entretenimiento dirigido a un público de masas recientemente alfabetizado. Se trata del mismo público que más tarde se volcará al radioteatro y a la telenovela, todos ellos formatos que recuperan la matriz melodramática del folletín escrito. Estas historias conciben a los medios simultáneamente como una industria cultural o una empresa comercial masiva y como objetos de interés para los sectores populares. Se trata de un relato que encuentra su eje principal en la Revolución industrial concebida como Revolución técnica que permite la proliferación de impresos baratos, la expansión del público lector y profesionalización del escritor/periodista.
La transformación de los métodos técnicos de impresión (asociado a los procesos de urbanización) permite el aumento exponencial de los impresos y paralelamente un crecimiento del público lector que no sólo aumenta cuantitativamente sino que se transforma cualitativamente ya que, si el primer proceso de la Revolución política afectó a un público ilustrado, este proceso de la Revolución industrial afectó a un público popular y, en consecuencia, produjo una transformación radical del tipo de impresos puestos en circulación.

Ambos modos de concebir la historia de la prensa tienen algo en común y es que, en ambos casos, se valora muy positivamente la modernidad. En un caso, porque la modernidad se concibe como el proceso culminante de formación de una esfera pública burguesa. En el otro, porque la modernización industrial habría permitido la incorporación de sectores excluidos: la alfabetización de sectores populares, su ascenso social y la apropiación diferenciada de los productos que los sectores hegemónicos intentaron imponer.